viernes, noviembre 18, 2005

Hoy sí que voy a hablar de un chico... entre otras cosas

VÍCTOR. Tiene ocho años más que yo. Yo tenía 20 y él 28. Luego 22 y él 30. Ahora 27 y él 35. "El galán" le llamó alguien una vez cuando lo vio en foto. Yo estuve locamente enamorada de él pero él sólo quiso divertirse unas noches. Después de cuatro años y un contacto esporádico, nos seguimos queriendo. Me prometió que vendría a visitarme a Donosti, me prometió que vendría a Madrid y yo cada vez que iba a Valencia le prometía quedar. Pero nunca quedábamos ni nos veíamos. Este fin de semana habíamos quedado para pasar la tarde juntos pero una vez más no pudo ser.

Café Madrid. 1:20h de la madrugada del sábado. Hacía por lo menos año y medio que no iba a ese pub. Sabía que ya no estaban los de siempre. No me encontraría con nadie. Nada más llegar, en la barra de la entrada, los primeros de los de antes. Y de pronto, alguien me abraza por detrás. Era Víctor. Sólo nos abrazábamos y nos besábamos. Por fin le veía. Y nos seguimos queriendo. Aunque esta vez el sentimiento era diferente. Hace cuatro años estaría con una sonrisa perpetua.

VECINOS DE LAS 00:00H. Los vecinos del piso de arriba son raros. Tienen un perro que se mete en todas las casas. Uno de ellos intenta ligar con María aunque ahora tenemos la duda de sin son gays. El caso es que todas las noches a partir de las 00:00h se ponen a cambiar los muebles de casa. Es algo inexplicable. Se transforman y el ruido noche tras noche es insoportable.





En la era tecnológica en la que vivimos es complicado llegar a casa y encontrarnos en el buzón una carta de una amiga, como las de antaño. Yo recibí una este fin de semana. El correo internauta es poco interesante. Los FW, FW soporíferos, la publicidad que no tiene sentido y pocas veces un mail con sustancia. Hace tanto que no recibo un mail que me interese!!! Y la verdad me apetece.

jueves, noviembre 17, 2005

¿Paralelas o perpendiculares?

Cuando voy a Valencia pienso que tengo dos vidas. Aparecen los recuerdos y no me importaría volver a ellos pero a los tres días de estar en Madrid, una vida diferente surge y ya no me acuerdo de mis sentimientos.

viernes, noviembre 04, 2005

Siete estrategias metidas en siete botes de Nescafé II parte

El sábado al mediodía, exactamente, se vino una amiga mía a vivir a mi casa. Van a empezar las obras en la suya y se quedará por un tiempo en la mía. Realmente estará entre la mía y la de otra amiga, que por un mes, se ha ido a desintoxicarse fuera de Madrid, y le deja su casa.

La llegada de mi amiga supuso un cúmulo de bolsas en el salón de mi casa. La reunión de amigos comenzaba. Mientras mi amiga dormía y otras charlaban, yo me encargué de vaciar esas bolsas. Para mi sorpresa y descojone me encontré con SIETE botes de Nescafé. Las risas estaban servidas. ¿Por qué una persona tiene SIETE botes de Nescafé? Respuesta: cada vez que va al supermercado no se acuerda de si tiene café o no y compra un bote. Por eso, ahora mismo en el armario de mi cocina hay SIETE botes de Nescafé.

Lo que empezó como sobremesa, se alargó hasta las 4:30 de la madrugada. Llegaba el momento de analizar todas nuestras vidas e intentar buscar soluciones a nuestras historias. Para nosotras las soluciones siempre se convierten en estrategias (entrecomillaré gestualmente para que Antón se predisponga en contra de...).

Una de mis amigas tiene dos amantes. Con uno había quedado para el miércoles y con el otro para el martes. De pronto una llamada se convirtió en un problema. El del miércoles se adelantaba y llegaba a Madrid el martes. ¿Qué hacer si se solapan? Cambiar la cita del martes al domingo. Pero había que poner una excusa. Si dices que viene una amiga o una prima a tu casa, no es muy creíble, porque a un tío te lo metes en casa con una amiga. Pero nunca con una madre. Así que lo mejor era decir que esperaba la visita de su madre para el lunes y martes.

Cuál fue la sorpresa cuando la única solución que proponía el pequeño amante era quedar el lunes. Mi amiga sin pensárselo dos veces le dijo que sí. Pero él reaccionó pronto y dijo “pero el lunes ¿no está tu madre?”. La contestación rápida fue “convenceré a mi madre para que venga el martes”.

Al final después de tanto jaleo, el pequeño no podía ni lunes, ni martes y el otro se cayó de la escaleta para el martes. Ni uno ni otro.

Reuniones y cafés de cuatro días que terminaron en un bar de la calle Fuencarral. Entre risas, desvaríos y estrategias, alguien dejó sobre la mesa esa frase del post anterior.

¿Lo suficientemente claro? Je, je.

Siete estrategias metidas en siete botes de Nescafé

Ni uno, ni dos, ni tres, ni cuatro... exactamente SIETE botes de Nescafé hay ahora mismo en uno de los armarios de mi cocina.



Resulta que tengo una amiga que cada vez que va al supermercado, no se acuerda si tiene café o no y compra un bote. Ahora para mis visitas puedo preparar una tarta de café, galletitas de café, mousse de café...

Los SIETE botes envolvieron una tarde de sábado alargada hasta las 4:30 de la mañana.

Ella tenía overbooking para esta semana y una llamada de última hora confirmaba lo más temido. Se solapaban. Cual tinny y con las estrategias que creemos que nos caracterizan, lo organizamos todo. No servía una prima ni una amiga, la mejor excusa era una madre. Era genial decir que llegaba el lunes porque el domingo era el día perfecto. Pero ese día el pequeño no podía. Mentir tiene su riesgo y proponer el lunes supuso una nueva estrategia. Convencer a su madre para que apareciese el martes.

Al final ni uno ni otro y el martes se convirtió en una tarde de risas y nuevas estrategias en ese café de Fuencarral.

Alguien dejó sobre la mesa una frase maravillosa. “En este vida no es malo ser un arrastrado. Los orgullosos acaban a las siete de la mañana, solos en casa, pajeándose”