martes, junio 21, 2005

Confabulaciones de la fábula


¿Cuántas cosas nos callamos al día?
¿Somos capaces de guardar la información, quizás privilegiada (por llamarlo de alguna forma), que obtenemos cada día?
¿Cuántas cosas pretendemos insinuar al día?
¿Cuántas veces con nuestras insinuaciones hacemos daño a los demás?
¿Necesitamos ser el centro de atención?

Estrellita Castro murió en 1983. Otros murieron antes e intentan que sus almas resuciten.

Una nueva farandulera, que se hace llamar Judith Rey, dice que espera un hijo de Martín Pareja Obregón. Otras, no tan faranduleras, también esperan un hijo y nadie se preocupa de ellas.

Jamás pensé que un país me podría conquistar y encandilar con su pobreza y miseria. Ahí radica parte del encanto de Cuba. La doble moral surge pero, fríamente, yo vivo en otro sistema. Me ha tocado vivir otra vida. Otra vida en la que también tengo problemas. Probablemente menos transcendentales pero, al fin y al cabo, son problemas. O mejor dicho, para los que ya sacan sus garras, preocupaciones.

El egoísmo de los seres humanos es ilimitado. Todos llevamos un egoísta de base pero yo no me considero del equipo E. ¿Dónde se quedan las intenciones? ¿Dónde se aparcan los intereses?

“A veces lo más inteligente es hacerse el tonto”. Otra vez el Nobel viene con mensajitos en sus cajetillas. Será para que los mensajes de advertencia de las autoridades sanitarias pasen desapercibidos. Hay uno que habla sobre la felicidad pero no me acuerdo como versa.

Con cualquier tontería soy feliz. O por lo menos lo intento.

No sé cuál es la moraleja (aunque una de las más conocidas esté cerca de mi curro)

2 Comments:

At 18:29, Blogger anTón said...

No pasa nada. Todo lo que se dice, se insinúa, se calla, se provoca es un juego. Nuestros juguetes son la ocurrencia y los blog. los aprovechamos porque no es bueno dejar de jugar. Y aunque nos saquen sangre en cualquier enganchada debemos pensar que es un puto juego. Que para para hacerse daño los uno a los otros existen otros lugares (salas de reuniones, cotilleos en los coches, conversaciones bis a bis convertidas en salas de despiece, etc...) Nunca un comedor donde, al fin y al cabo se come con quien se quiere.

 
At 19:36, Blogger Andrea said...

Hace mucho tiempo que me dejaron de molestar las cosas que se dicen en un comedor. Ni siquiera en el colegio me molestaban.

 

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