Allí me colé....
Entre administradores, mudanzas, pinturas y montajes se coló un taxista en mi vida.
Típico domingo soleado en Madrid que la gente se echa a la calle.
Yo no iba a ser menos y fui en busca de esa terracita que, junto a mi cervecita, daría un poco de color a mi vida.
Salí de casa fresca sin saber las consecuencias de ello.
Un poco escotada como el verano requiere.
Parece ser que al taxista no le gustó mucho porque hasta me ofreció su cazadora para taparme.
¡Pero si iba montada en el taxi!
Momento de ruegos y preguntas.
El hombre quiso elucubrar sobre mi vida. Y, él solito, llegó a la conclusión de que no era de Madrid. Lejos de querer aventurarse sobre mí, lo hizo.
¡Qué horror! Decidió que yo era la típica chica que había dejado en mi ciudad destrozado a mi novio (en este caso ya ex_novio).
Ni mi madre me echa esos rapapolvos.
¡Qué mala puede ser la indiscreción! ¿Y si yo me he venido a Madrid para huir de ese hombre que me amargaba la existencia?
¿Y si realmente lo he dejado y mi vida ahora no tiene sentido?
Al taxista eso le daba igual porque antes de bajarme de su coche, no se le olvidó recordarme que me pusiera el suéter que llevaba atado a la cintura.
¡Con lo mono que es mi canalillo!
Típico domingo soleado en Madrid que la gente se echa a la calle.
Yo no iba a ser menos y fui en busca de esa terracita que, junto a mi cervecita, daría un poco de color a mi vida.
Salí de casa fresca sin saber las consecuencias de ello.
Un poco escotada como el verano requiere.
Parece ser que al taxista no le gustó mucho porque hasta me ofreció su cazadora para taparme.
¡Pero si iba montada en el taxi!
Momento de ruegos y preguntas.
El hombre quiso elucubrar sobre mi vida. Y, él solito, llegó a la conclusión de que no era de Madrid. Lejos de querer aventurarse sobre mí, lo hizo.
¡Qué horror! Decidió que yo era la típica chica que había dejado en mi ciudad destrozado a mi novio (en este caso ya ex_novio).
Ni mi madre me echa esos rapapolvos.
¡Qué mala puede ser la indiscreción! ¿Y si yo me he venido a Madrid para huir de ese hombre que me amargaba la existencia?
¿Y si realmente lo he dejado y mi vida ahora no tiene sentido?
Al taxista eso le daba igual porque antes de bajarme de su coche, no se le olvidó recordarme que me pusiera el suéter que llevaba atado a la cintura.
¡Con lo mono que es mi canalillo!
1 Comments:
Cuando retire las lágrimas que caen sobre mi teclado te diré que estas narraciones cotidianas son desde hace mucho tiempo lo que más me interes de la vida. Te diré también que me ha emocionado y que estoy muy contento que vuelvas a la blogosfera.
Y que cuando te despistes un poco echaré un vistazo a ese canalillo.
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