Hace una semana que volví de Roma y...
Me muero de sueño pero aquí estoy yo, aguantando como una campeona a que se caliente el agua del termo nuevo. Es motivo de celebración.
Por un momento he pensado que mi sueño de pasarme mil horas en la ducha calentando mi cuerpo, se iba hacer añicos. Me lo ha puesto difícil. Me ha tocado el fontanero borde, vago, machista y con ganas de finiquitar la tarde para irse a su casa. Sólo decía tacos y lo primero que ha dicho nada más entrar en mi casa ha sido: “uy pues va a ser que hoy no te lo voy a poder montar. Señorita debe llamar a un carpintero que te quite la puerta y el marco de la cocina”. ¿Cómo?
Por poco me veo reformando toda la cocina porque no contento con desmontar la puerta quería que el carpintero me quitara toda la armariada. Era lo más cómodo para trabajar él.
No se lo he permitido, lo fácil para él para mi resultaba caro y encima una semana más de duchas frías. Vamos que no. Y así ha sido, me lo ha colocado y sin problemas.
Eso sí le he tenido que quitar yo la puerta. Dios mío. Y si él era machista, en un alarde mío de feminismo, le he dicho que se fuera y ya colocaría yo la puerta.
Madre mía, cómo me he arrepentido! He sacado la fuerza de sansón, he sudado la gota más gorda y parecía imposible lograrlo. Al final más vale maña que fuerza… sólo que se me ha quedado un sonido chirriante cada vez que abres y cierras. Pero bueno: mujer soltera independiente. Y aquí estoy esperando, esperando… y me entretengo viendo las fotos de Roma.
Por un momento he pensado que mi sueño de pasarme mil horas en la ducha calentando mi cuerpo, se iba hacer añicos. Me lo ha puesto difícil. Me ha tocado el fontanero borde, vago, machista y con ganas de finiquitar la tarde para irse a su casa. Sólo decía tacos y lo primero que ha dicho nada más entrar en mi casa ha sido: “uy pues va a ser que hoy no te lo voy a poder montar. Señorita debe llamar a un carpintero que te quite la puerta y el marco de la cocina”. ¿Cómo?
Por poco me veo reformando toda la cocina porque no contento con desmontar la puerta quería que el carpintero me quitara toda la armariada. Era lo más cómodo para trabajar él.
No se lo he permitido, lo fácil para él para mi resultaba caro y encima una semana más de duchas frías. Vamos que no. Y así ha sido, me lo ha colocado y sin problemas.
Eso sí le he tenido que quitar yo la puerta. Dios mío. Y si él era machista, en un alarde mío de feminismo, le he dicho que se fuera y ya colocaría yo la puerta.
Madre mía, cómo me he arrepentido! He sacado la fuerza de sansón, he sudado la gota más gorda y parecía imposible lograrlo. Al final más vale maña que fuerza… sólo que se me ha quedado un sonido chirriante cada vez que abres y cierras. Pero bueno: mujer soltera independiente. Y aquí estoy esperando, esperando… y me entretengo viendo las fotos de Roma.
2 Comments:
Muy bien guapa! Olé por tí por ser capaz de imponerte a un fontanero puñetero. Estoy segura de que si me llega a pasar a mí me hubiera quedado balbuceando como una idota. Te has ganado a pulso tus duchitas de agua caliente y hasta un bañito relajante!
Ahora estoy arrugada. Duchas muy merececidas que hacen que esté todo el rao bajo el agua... y eso que estoy muy concienciada con el tema de la sequia.
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